Cuando las hermanas Amparo y Rosa Arnal, junto con sus respectivos maridos, decidieron construir un merendero en la entrada de Nàquera allá por el año 1960, tenían la pretensión de ofrecer unas bebidas refrescantes y unas pocas tapas. En Nàquera había poco más de mil habitantes y dos o tres urbanizaciones.
A ésta localidad del extremo nororiental del Camp de Túria llegaban, además de los propietarios de los chalés, unos pocos visitantes los fines de semana, excursionistas que se adentraban en la sierra Calderona y gente de paso.
Con el crecimiento económico de la década de los sesenta se produce un aumento de las construcciones de segunda residencia en Nàquera, y con ello un aumento progresivo de la población. La mayor movilidad hace que también aumente el flujo de visitantes.
El merendero va creciendo. De los refrescos, las habas, los caracoles y morcillas en aceite, se pasó progresivamente a una mayor oferta de tapas y también de arroces, en particular de la paella de pollo y conejo.
La expansión del área metropolitana de la ciudad de Valencia hace que la demanda aumente. El proceso de transformación va complementándose con la mejora de las instalaciones, y con la elección y elaboración de los productos gastronómicos y la introducción de nuevos platos en la carta.
Esa expansión y la mejora de las comunicaciones facilitará también la aparición de las comidas de negocios o de empresas establecidas en los polígonos industriales próximos.